Cuando la calidad reduce costos y la falta de planificación y lo barato sale caro
¿A quién no han querido prevenirlo alguna vez con aquel dicho popular: “lo barato sale caro”? Seguramente a la mayoría, porque es difícil contradecir la sabiduría popular. Estos párrafos no buscan plantear un debate subjetivo sobre lo que significa hacer o no hacer las cosas bien desde el principio, sino que pretende mostrar de manera objetiva las consecuencias de la carencia de planificación y de la tendencia peligrosa, en mi opinión de construir buscando siempre la mínima inversión, sin tomar en cuenta todas las condiciones que debe cumplir una construcción en lo técnico y lo ambiental, entre otros. Abundan los ejemplos en nuestro país específicamente en el sector de la construcción de proyectos con sobrecostos importantes causados por la falta de planificación. No es intención de este artículo citar casos puntuales, pero conviene repetir una pregunta que parece obvia: ¿No es mejor planear que actuar guiándose por el instinto? Por otro lado, una tendencia que, en mi opinión, se expande peligrosamente es la de tomar decisiones basándose exclusivamente en los costos. Muchos sistemas de compras y adjudicación presionan las decisiones guiándose por los precios, buscando, incluso, costos inferiores a los reales. En consecuencia, el contratista se ve presionado a hacer reclamaciones o a limitar el alcance de sus actividades, situación que finalmente puede llevar a conflictos, y con frecuencia a litigios judiciales que no ayudan mucho en el ejercicio adecuado de la construcción.
Lo barato en cimentaciones
Si lo arriba expuesto es relevante en todos los ciclos de la construcción, es aún más crítico en el capítulo de cimentaciones. Es común ver procesos de licitación en los cuales se solicita a los contratistas realizar únicamente el proceso de perforación de pilotes, pantallas o barretes, etc. Se elabora juiciosamente un cuadro comparativo y se adjudica al que más bajo costo unitario presente. Los análisis que no tienen en cuenta el proceso impiden calcular el costo real de la actividad. Normalmente, el costo del proceso es un porcentaje marginal del costo total. Los costos asociados a los materiales, a costos indirectos, más la adecuación de terreno pueden ser mucho más representativos. Un inconveniente adicional en la contratación es la dilución de la responsabilidad. Cuando se contrata por un lado el proceso constructivo y por otro el suministro de materiales, al surge un problema aparecen discusiones en que se atribuye la responsabilidad bien al que ejecuta el proceso o bien al proveedor de materiales. Estos casos son más graves cuando se trata de las cimentaciones, que normalmente son subterráneas y no pueden inspeccionarse por medios directos sino, por lo general, recurriendo a métodos indirectos que siempre dejan un margen de incertidumbre. Dejando de a un lado el aspecto económico, y pensando en uno más conceptual, el juego de tomar el camino de lo más barato en el diseño de cimentaciones puede resultar peligroso. El estudio de suelos que se hace para un proyecto es apenas una muestra ínfima del universo que puede ocultar el subsuelo. Efectuar miles de sondeos para obtener una muestra representativa lleva a que las medidas de control resulten más costosas que la ejecución misma y, por lo tanto, siempre se maneja un nivel alto de incertidumbre. Esta incertidumbre suele mitigarse con factores de seguridad lo que, por lo general, se traduce en mayor costo de las cimentaciones. Encontrar el equilibrio entre lo económicamente viable y un nivel objetivo de certeza es un reto cotidiano de los ingenieros de suelos.
No hay que olvidar el papel fundamental que cumplen las cimentaciones en las estructuras. Ante eventos fortuitos como deslizamientos, sismos o tsunamis son las responsables de prolongar al máximo la estabilidad de las construcciones, que redunda finalmente en la preservación del mayor número posible de vidas. En prueba de ello, en el más reciente sismo ocurrido en Ciudad de México que presentó una aceleración 58,83 cm/seg, 1,8 veces más intensa que la del terremoto de 1985– el número de construcciones colapsadas fue mucho menor. Por supuesto que no todo se debe a la cimentación, sino también a una ingeniería mucho más seria, pero es evidente que las cimentaciones resistieron adecuadamente el fenómeno sin repercusiones graves. Vale la pena recordar que la ciencia de los suelos es compleja, que debe tener en cuenta cientos de factores que deben plasmarse en la obra bien construida. Desarrollar proyectos con bajo nivel de información de suelos no solo es peligroso, sino irresponsable. No hay que olvidar los numerosos colapsos de edificios y de estructuras de todo tipo. No vale la pena citar ejemplos trágicos.
¿Qué riesgo corremos?
Volviendo al tema la incidencia de la economía en la toma de decisiones, los riesgos que corremos en Colombia son, en mi opinión, los de seguir una tendencia de países como Ecuador y Venezuela, entre otros, donde es muy común que la decisión de las adjudicaciones se centre con mucha frecuencia en el costo. Esto ha permitido el ingreso masivo de constructoras del continente asiático, que suelen llevar con ellas personal, equipos y materiales de sus países de origen. Es una situación que, a largo plazo, destruye valor para el país anfitrión porque no utiliza sus bienes ni sus servicios. Si los casos son masivos, se afecta el Producto Interno Bruto de la nación y se contribuye a situaciones de crisis. Esto no significa que me opongo a la competencia de países extranjeros, que es importante y valiosa siempre y cuando se haga en igualdad de condiciones con las firmas locales. Las empresas colombianas de ingeniería y de construcción demuestran grandes capacidades, a pesar de los señalamientos. Y regresando a mi punto inicial: la ingeniería no puede ser esclava de aspectos económicos, pero debe obtener el mayor equilibrio para que la construcción sea rentable.
Modelos de contratos
Para evitar los posibles inconvenientes asociados a los modelos de contratos antes expuestos se han venido desarrollando distintos ejercicios en Colombia. Los modelos de contratación por precios unitarios que separan las responsabilidades tienden a generar conflictos y llevan el riesgo de las cuantías indeterminadas, a pesar de las medidas de control que tome el contratante. Es normal, sin embargo, que surjan imprevistos, reclamos, incertidumbres y sobrecostos. En los años recientes el país se ha venido explorando la posibilidad de ejecutar contratos bajo la modalidad de suma global y un responsable único. La tendencia nos lleva a pensar que este es un tipo de contrato “más costos”, pero la experiencia viene demostrando que se trata de un modelo que en el largo plazo resulta el más ventajoso tanto para el contratante como para el contratista. Para quien contrata, es evidente que está ante un solo responsable de las actividades a quien puede exigirle de manera integral por el resultado, a una suma que normalmente se conoce de principio a fin. Es fundamental para el contratante, sí, un contrato muy claro y, ante todo, una definición de requerimientos completos desde el inicio para evitar modificaciones sobre la marcha, lo que puede resultar catastrófico desde el punto de vista económico. Implica menores costos administrativos para el contratante durante la fase de construcción y, por lo general, menos inversiones en mantenimiento y operación. Conviene al contratista porque tiene el control integral de la ejecución del contrato y esto le facilita planear los trabajos, un aspecto que suele ser la piedra angular para el éxito económico y las entregas oportunas. También implica que el contratista haga un estudio un juicioso y detallado de su oferta para evitar posibles descalabros económicos. El modelo precio global es común en entidades multilaterales pero, gracias a experiencias exitosas, los desarrolladores privados empiezan a mirarlo con buenos ojos.
Conclusión
Las cimentaciones son actividades de alta complejidad y portan altos niveles de incertidumbre. Un adecuado ejercicio previo de estudios y de ingeniería disminuye los riesgos. Los sistemas de adjudicación que integren todas las variables y que mantengan la referencia del costo total, y no de los costos unitarios, contribuyen a analizar con más veracidad las condiciones de la futura construcción. Son modalidades de contratación que demuestran más ventajas constructivas y ahorros en el largo plazo.
Artículo tomado de la Asocreto.org
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